La detención fue posible gracias a la colaboración de los funcionarios del centro, dependiente de la Junta de Extremadura.
El caso de estos dos menores, una niña de diez años y un niño de ocho, salió a la luz pública cuando a finales del pasado mes de octubre desaparecieron del centro de menores San Juan Bautista de Badajoz.
Fue especialmente llamativo porque eran los dos tíos de una niña de tres años que había fallecido unos días antes en Talarrubias debido a los malos tratos de sus progenitores.
Uno de los detenidos ayer, la madre de los desaparecidos, es una mujer de 34 años que a su vez era abuela de la niña muerta. Además, tenía una orden de alejamiento de esta nieta fallecida y de su otra hermana, que tiene año y medio y que está acogida en el centro de menores Pedro de Valdivia de la localidad de Villanueva de la Serena.
Según explicó en su día en la Asamblea la consejera de Igualdad y Empleo, Pilar Lucio, en un centro de menores los niños pueden estar acogidos en régimen de guarda. Es decir, los padres son totalmente responsables de ellos, pero éstos están internos por falta de recursos económicos. Otro caso de acogida se produce cuando la Junta tiene la custodia de los pequeños, es decir, que hay un caso claro de falta de protección por parte de los padres porque los pequeños no van a la escuela, no comen bien, hay indicios de malos tratos, abandono…
AcogidosPero los menores que habían desaparecido, según Lucio, no estaban en ninguno de esos dos regímenes, sino que se encontraban en acogida residencial o temporal, que es el tercer caso que se da en este tipo de centros. «Cuando la Guardia Civil recibe algún aviso de que hay niños maltratados, inmediatamente se pone en contacto con los Servicios Sociales y éstos actúan de forma automática trayéndoselos a algún centro. En ese momento pasan a ser acogidos, pero la Junta no tiene la custodia»
También recordó que los menores pidieron permiso para ir a comprar golosinas y que aprovecharon el momento para marcharse con su madre. «Se les dio dos euros para que fueran al quiosco. Cuando pasaron veinte minutos y no regresaban, el educador salió a buscarlos, pero ya no estaban. El quiosquero le contó que habían cambiado dinero, habían llamado por teléfono y se habían ido. En ese mismo momento ya se dio parte a los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado», explicó Lucio.
Según se sabía, los dos rumanos se encontraban «con su familia en paradero desconocido», posiblemente con su madre en Sevilla.